INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE TAIBO Y LOYOLA:

Uno Ramón, el otro Rodolfo. Uno de la solemne Iglesia Española Reformada Episcopal, el otro de la carismática Biblia Abierta. Uno español y teólogo, el otro cubano y profesor de Literatura exiliado. Y sin embargo... ¡tan parecidos! Dos líderes del protestantismo español contemporáneo. Dos hombres que se esforzaron por el entendimiento de todos los evangélicos de nuestra nación. Dos grandes predicadores del Evangelio con sus vidas y palabras. Dos sufridores de la tiranía y de la privación de la libertad, desde Franco hasta Fidel. Dos filósofos de la vida, dos poetas. Dos hombres que han alcanzado un merecido descanso tras toda una vida de lucha; los dos llevan las marcas del servicio a Jesús en sus cuerpos y sus almas. Los dos son queridos, admirados, ejemplos de ayer y de hoy. Los dos, en vida y en verso, enamorados de las mujeres que han sido fuente de amor e inspiración en sus vidas. Los dos, están aquí sentados. Juntos, porque Jesús les ha unido. Juntos porque así los amamos. Juntos porque todos somos hoy uno en Cristo con ellos, un ánimo y un abrazo.

LA POESÍA DE RAMÓN TAIBO
Ramón Taibo, don Ramón, obispo de la IERE, en una ocasión realizó una visita a Sevilla en la que se departió largamente sobre las raíces de la Iglesia Española Reformada Episcopal. Al despedirse se volvió al amigo que me ha contado esta anécdota, y con voz solemne le dijo: "No olvide usted que nuestra Iglesia tiene mucha historia...", añadiendo a continuación con tono socarrón, "y también mucho cuento". Y de esto esta lleno su poesía, de vitalidad y de llanto; de realismo, que es historia, y de sueños soñados en Dios frente a los cuentos que son las verdades parciales de los hombres. De esta forma, nos conmueve Taibo con el poema de muerte y esperanza ante su hijo nacido sin vida ( Por nueve meses bien largos / ella te nutrió en su seno, / sin conocer tus manitas, / ni tu rostro, ni tu pelo ) . Esta misma doble realidad es la que expone Taibo en su visión de la vida ( -¿Quieres jugar con nosotros?- / preguntan sus compañeras. / -"No puedo"- dice la niña- / "mi padre murió en la guerra" ) . La muerte y la esperanza, la alegría y la pena, y, finalmente, el dolor que se repite en la poesía de Taibo, siempre con un sentido de la realidad doliente y cercana del hombre y la realidad intangible de la fe en Dios ( El dolor que mi senda ensombrece / es dolor tan profundo / que no alcanzo su fondo ) . La vida duele, a veces mucho, pero la vida en Dios vence al dolor, a la muerte, a la pena. Hoy estamos con usted, don Ramón, para darle las gracias por haberse enfrentado a la vida desde el lado de Dios, con ese sentido de la realidad del hondón del alma y de Dios. Usted es mucho de nuestra historia, pero no hay en usted nada de cuento, sino una verdad que es la de Dios que se acerca, salva y ama al hombre. Un Dios que, en sus poemas, es el Dios-niño ( Baja el Niño-Dios del cielo / porque alcances lo infinito ) .

LA POESÍA DE RODOLFO LOYOLA

Rodolfo Loyola, por su parte, se autodefine perfectamente en un poema que llama "Autobiografía".

Mi aprendizaje fue un desastre;
un desastre en matemática;
para el dibujo, un desastre;
un desastre para la música,
para el deporte un desastre;
un desastre en los negocios,
como burócrata, un desastre...
un día, en medio de un desastre
me enseñaron cómo amar.
Desde entonces soy sastre:
fabrico chalecos salvavida,
y funcionan.
También corto y coso versos
para ciertas medidas.

Este sastre, surgido de tanto desastre, llevó el Evangelio a miles de españoles. Muchos de los aquí presentes estoy seguro que son fruto de su fidelidad al mensaje del Libro. Y de veras que supo amar, como hemos comprobado felizmente todos los que le conocemos. Un amor entrañable, paternal, sentido, íntimo, que se extiende a todos los retales que conforman los trajes de sus poemas; hasta el punto que todo su amor es poesía, y toda su poesía es un amor doliente que ejercita por encima de la adversidad humana,. Loyola sufre, incluos, por haber perdido un poema ( "se me escapó por la rendija de un descuido", nos relata con pena ) ; y ama a su esposa hoy como el día en que le escribió prisionero desde un campo de trabajo en Cuba, perseguido por su fe en Cristo: "Puedo hacerte una carta, todos, todos los días / cotidiano poema escrito entre tu y yo" ) . Sin embargo, el dolor que ha arado la tierra de su vida sólo ha servido para que florezca el humor fino de una Casimira, la Casi, que refleja el mundo de hoy: "fue casi todo sin ser casi nada". Un dolor que tampoco le impide ser el sembrador de la Palabra que salió a sembrar y segar: "Llevaba un canto húmedo en los labios: / cansancio, arrugas, canas, / heridas... La apretada gavilla / y el entusiasmo de sembrar mañana". Rodolfo, de una forma o de otra (usted y Dios lo saben), muchos de los que estamos aquí somos parte de esa gavilla de tu siembra. Una siembra que ha sido una devoción constante a Jesús, una conciencia de la profunda necesidad que el mundo actual tiene del Cristo muerto y resucitado, de ese Jesús que describes "manchado con la sangre de perdidos, / bañado con la sangre de salvados, / marcado con la sangre del que salva". A ese Jesús le damos gracias por tu poesía, por tu vida y por tu alma escrita en estos versos