FALLECE EN LOS BRAZOS DE SU ESPOSA Y RODEADO POR SUS HIJOS, FRANCISCO ACOSTA (1861+1918)

Había visto la primera luz en Puerto de Santa María (Cádiz) y "durmió en el Señor" en Santander. Tras su formación Bíblico-Teológica y estudios de Magisterio, en su ciudad natal; "Su primer trabajo en la obra evangélica fue en Córdoba, de maestro de escuela". En el año 1893, se casó con la Srta. Dª Matilde Felices, en el Colegio Internacional de Señoritas. Tras lo que ejerció como Evangelista en Logroño. Y tres años más tarde, fijó su residencia en Santander, donde sirvió como Maestro y Evangelista el resto de sus días. "El Cantábrico", diario local, informó sobre su muerte y recordó "a su desconsolada esposa y a sus hijos, que solamente la cristiana resignación puede aliviar el dolor que le caus tan triste desgracia". Y, uno de los Redactores, Ignacio G. Lara, publicó un poema que, entre otros versos, decía: "Seres, para ti queridos, tu ausencia llorando están, pero tienen en su pecho fe tan viva y ejemplar, que ante esta aflicción amarga y mirando el más allá, piensan así: "¿Dios lo quiso?... ¡Hágase su voluntad!"