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"Cristianismo Protestante" (Nº 9-10 / Jul-Dic 1998 separata Nº 6 / vol.1, 1998) |
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El Código
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Artículo de Pablo de Felipe publicado, y reproducido con permiso de CRISTIANISMO PROTESTANTE Recientemente fue reseñado en esta revista el libro El código secreto de la Biblia (1/4) que pretende explicar el reciente descubrimiento de un misterioso “código” en la Biblia,que permitiría “conocer” desde el pasado hasta el futuro. Semejantes pretensiones no han dejado de causar cierta inquietud. Aquí examinamos esas presunciones arrancando desde su historia. | ![]() |
El hebreo, antigua lengua semítica emparentada con el cananeo y fenicio, posee un alfabeto de 22 consonantes (las vocales no se escriben). Como en otras lenguas antiguas, cada letra tiene un valor numérico. Hasta la Edad Media, el hebreo se escribió de forma continua, sin separar palabras ni párrafos. Como otras lenguas antiguas, tiene un reducido vocabulario (unas quinientas raíces y cinco mil palabras) y una elevada polisemia (cada palabra puede tener múltiples significados). En un texto así, es fundamental tener en cuenta siempre el contexto. |
“- la tradición enseña que el orden de los párrafos de la Biblia no es el verdadero orden, pues éste sólo lo conoce el Amo del Universo, ya que de otro modo todo el que lo leyera podría crear un mundo, dar vida a los muertos y hacer milagros, [...].” (3/68, 69).
De aquí sólo hay un
paso para la concepción elitista de dos niveles de lectura bíblica,
la superficial de la gente corriente y la profunda de los iniciados como
enseña el Zohar (4/35, 36). De esta forma, tenemos las dos ideas
fundamentales para comprender la labor cabalista: la Biblia es un gran
código y ese código está oculto, desordenado y entremezclado
en el texto. Esto último refuerza más el carácter
iniciático que la idea de código produce por sí misma.
La atención del cabalista no se limita a leer el texto bíblico
a un nivel más profundo, sino que lee otro texto que está
oculto dentro de la Biblia. Para ello, el cabalista utiliza varios procedimientos:
Gematria (cálculo del valor numérico de las palabras), Notaricon
(formación de acrósticos con letras iniciales o finales de
las palabras de un texto) y Temoura (cambio del orden de las letras de
una palabra o descomposición de ésta en otras nuevas) (5/XLIX-LXII).
Una de las cosas que llaman la atención
de esta forma de herméutica es que, a diferencia de la hermenéutica
usual, no se tiene en cuenta el contexto, ni de los textos, ni de los libros
bíblicos, ni de toda la Biblia. El contexto es despreciado completamente.
En el fondo, es el gran enemigo, pues remite a la lectura directa y ordenada
del texto. Pero el cabalista desprecia la estructura ordinaria de la Biblia,
pues la estructura “real” es la oculta. Así, el cabalista no es
que no respete el contexto, sino que lo destruye para buscar nuevos significados:
“Dijeron los sabios: «Cuando nació Moisés toda la casa se llenó de luz. Está escrito: Vio que era bueno [Ex. 2:2]; y está escrito: Vio Dios que la luz era buena [Gén. 1:4]». (6/81).
Los sabios intérpretes no tenían muchos escrúpulos a la hora de manipular el texto bíblico y utilizaron métodos como la Gematria para ajustarlo a sus propias ideas:
“[...]. Así, en Nm. 12:1 leemos que Moisés estaba casado con una «mujer etíope» (en el original, «Cushith»), Onquelos pone en lugar de esto, por «gematría», las palabras «de bello aspecto» siendo el valor numérico tanto de Cushith como «de bello aspecto» de 736. Con esta sustitución se eliminó al mismo tiempo la idea objecionable de que Moisés se hubiera casado con una etíope. [...].” (7/299).
“Según la Kábala, todo cuanto existe en la Tierra está formado según el modelo del mundo de Arriba. «No existe ni el menor objeto en este bajo mundo -dice Rabí Ytsjak- que carezca de equivalente en el mundo de Arriba por el que es regido». Igualmente, al poner en movimiento los objetos de aquí abajo, se hacen mover las fuerzas de Arriba que los rigen.” (3/34).
La cábala “práctica”
pretendía hacer milagros: curaciones, exorcismos, etc., invocando
el nombre de Dios o escribiéndolo en amuletos. La más conocida,
y también la más aterradora, leyenda de magia cabalista es
la del golem (figura de arcilla a la que con especiales conjuros se daba
vida). Finalmente, la cábala se usó para pronosticar el futuro
y la venida del Mesías.
¿Cómo se llega a este código? Se convierte el texto de la Ley en una hebra continua de 304.805 letras. Después se indica al ordenador que busque nombres, palabras, etc. que nosotros le proporcionamos. El ordenador empieza la búsqueda por la primera letra y va probando todas las posibilidades, formando palabras mediante saltos de 1, 2, etc. caracteres. Después se repite la búsqueda empezando por la segunda letra, y así hasta la última de las 304.805. Al encontrar una palabra clave formada por la unión de letras con la mínima separación fija posible, el ordenador reorganiza el texto de forma que esa palabra se pueda leer verticalmente y forma una “matriz bidimensional” de letras, cuyas filas tienen como anchura la distancia entre las letras que forman la palabra clave. A continuación se buscan en los alrededores otras palabras relacionadas en cualquier ordenación posible (vertical, horizontal, diagonal, etc.). Las combinaciones por este procedimiento son exorbitantes, según uno de sus inventores, el matemático Rips:
“Diez o veinte billones como mínimo. [...].” (8/44).
En los años ochenta, el grupo del físico Doron Witztum, con la participación del matemático Eliyahu Rips, se decidió a estudiar esta idea con la ayuda de la estadística y la informática. Para ello buscaron en el Génesis emparejamientos entre los nombres de una lista de personajes judíos y sus fechas de nacimiento o muerte. Los sorprendentes y exitosos resultados fueron publicados en la revista especializada Statistical Science (9). Aunque Drosnin no lo menciona, no hay que perder de vista que los principales protagonistas de esta historia, Doron Witztum, Eliyahu Rips y el que Drosnin presenta como independiente, Harold Gans, están relacionados (especialmente este último) con la organización religiosa judía Aish HaTorah, que utiliza el “código de la Torah” como parte de su apologética (11). Los seguidores de Witztum mantienen varias páginas en internet (12). Con este grupo, especialmente con Rips, tuvo contacto, a principios de esta década, Drosnin, que se convirtió en un entusiasta del “código de la Biblia”:
“La Biblia tiene la forma de un
gigantesco crucigrama. Está codificada de principio a fin con palabras
que, al conectar entre sí, revelan una historia oculta.
[...]. Hay una Biblia
debajo de la Biblia.” (8/24, 25).
Como en la mejor tradición cabalística, no se trata sólo de buscar algún tipo de sabiduría más o menos exotérica y misteriosa. Las aplicaciones “prácticas” están a la vuelta de la esquina:
“Rips extrajo un volumen de su biblioteca y me leyó una cita de un sabio del siglo XVIII llamado el Genio del Vilna: ‘Es regla que todo lo que fue, es y será hasta el fin de los tiempos está incluido en la Torá, desde la primera hasta la última palabra. Y no sólo en un sentido general, sino hasta el menor detalle de cada especie y cada uno de sus individuos, y hasta el detalle de cada detalle de cuanto le ocurra a éste desde que nace hasta que deja de existir.’ ” (8/18).
Drosnin llega a afirmar:
“No sabemos todavía si todo el pasado y todo el futuro de cada uno de nosotros están contenidos en algún nivel superior y por ahora inaccesible del código secreto de la Biblia. Ello la convertiría, en efecto, en el Libro de la Vida. [...].” (8/45).
El libro empieza con la presentación
de un caso sencillo y espectacular, una matriz en la que el nombre de “Itzhak
Rabin” en vertical está atravesado horizontalmente por la expresión
“asesino que asesinará”. Esta figura aparece en la portada del libro
y es explicada con gran detalle en el interior (Fig. 1). Después,
y para apoyar la confianza en el “código de la Biblia”, se presentan
matrices que contienen el anuncio de eventos internacionales recientes
o históricos.
Puesta esta base, Drosnin pasa a
la idea central del libro, a lo que es el objeto de su principal interés:
el anuncio del Armagedón. En la matriz donde se anuncia el asesinato
de Rabin, sobre “asesino que asesinará”, se lee la expresión
“todo su pueblo en guerra”. Posteriormente, Drosnin encuentra otras matrices
donde se habla de “holocausto de Israel” y la fecha del año judío
5756 (1995/6). Sin embargo, una sombra se desliza ya desde la página
56, las letras que dan esa fecha, también significan “¿lo
cambiaréis?”. ¿Es posible cambiar el futuro? En relación
con este interrogante, el libro se entrega a fantasiosas elucubraciones
sobre las posibilidades de manipular el tiempo y cosas similares, utilizando,
como no podía ser menos, las teorías de la física
cuántica, relativista... El punto culminante es el descubrimiento
de una matriz donde ese inminente desastre se asocia, para 1996, con un
viaje del recientemente elegido nuevo presidente de Israel, Netanyahu,
en el que éste sería asesinado.
“Es un golpe mortal dado a la crítica bíblica y al ateísmo. Esto podría conducir a millones de hombres a la fe. Por eso es que hasta ahora difundimos estas cosas con prudencia. Preparamos a la élite del país, para que a su vez ella prepare al pueblo para que acepten psicológicamente las consecuencias que resultan de nuestros descubrimientos. [...].” (Entrevista a un “portavoz de los científicos israelíes” identificado como M. G. 13/12).
La realidad no tiene nada que ver con esto. Drosnin, el autor del libro más difundido sobre el tema, hace gala de su escepticismo religioso. En lo único que cree ahora es en la existencia de un fabuloso código en la Biblia, pero no tiene interés en el Dios de la Biblia (8/97). Según Drosnin, Rips considera que Dios es la explicación de todo, pero él prefiere otras razones. Por ejemplo, las especulaciones del científico Carl Sagan sobre civilizaciones extraterrestres y la novela de Arthur C. Clarke, 2001 (de la que se hizo una famosa película), que presenta la aparición de un misterioso monolito negro en los momentos críticos de la evolución humana. Mezclando todo esto con el código de la Biblia, acaba en una especie de ufología bíblica al sugerir que, “tras los «milagros» del Antiguo Testamento, se esconde una tecnología avanzada.” (8/91). También trae a colación que la Biblia sería una especie de mensaje informático extraterrestre y que incluso las revelaciones a Abraham o Moisés serían “encuentros cercanos” (8/92).
Como vimos, Drosnin llega a afirmar que, por contener el futuro, la Biblia-codificada (no la Biblia corriente) sería el Libro de la Vida. Pero Drosnin va más lejos, enlazando con la referencia del libro de Daniel a un libro sellado (capítulo 12), que también aparece en Apocalipsis (capítulos 5 al 8), concluye que el libro sellado es también la propia Biblia (8/85)...:
“El código de la Biblia es el «libro sellado» secreto.” (8/94).
Más adelante, en otra matriz, Drosnin encuentra que cerca del texto de Daniel 12, donde se habla del “libro sellado”, aparece la fecha 1997...
Pero ¿a qué esta jugando
Drosnin? El Apocalipsis afirma claramente que el libro sellado será
abierto por el Mesías, por el Cordero, que es el único digno
de ello (capítulos 5, 6, 8). ¿Quién se cree este individuo?
¿Es Drosnin nuestro Mesías?
A la vista de todos estos disparates,
no debemos olvidar lo que la Torah enseña leyéndola al derecho.
Aquel “profeta” que enseñe otros dioses, incluso si anuncia prodigios
y se cumplen, no debe ser escuchado (Deu. 13:1-5). ¿Pero es
que de verdad se cumplen las profecías de Drosnin?
“Una vez más, el código
bíblico había demostrado estar en lo cierto. Tres mil años
antes había previsto que en julio de 1996 Netanyahu iría
a Amman. Si el código acertaba con ello, si se mostraba preciso
hasta en los más mínimos detalles, entonces era más
que probable que también acertara respecto al vaticinado «holocausto
atómico», el «holocausto de Israel» y la «guerra
mundial». El peligro se perfilaba cada vez más.
Entonces, en el último momento,
el viaje de Netanyahu sufrió un aplazamiento inesperado. La noche
antes de que el mandatario israelí saliera para Amman, el rey Hussein
había enfermado. El primer ministro no fue a Jordania hasta el 5
de agosto.
¿Se había equivocado
el código de la Biblia? El «primer ministro Netanyahu»
fue «a Amman», tal como estaba anunciado desde hacía
tres mil años, pero no en «julio» como aseguraba el
código.
Fui a ver a Eli Rips. Le pregunté
si el código podía actuar como la física cuántica.
Si era así, no lograría precisar a la vez el qué y
el cuándo. El principio de incertidumbre lo formula claramente:
cuanto más precisamente se mide el qué, con menor precisión
podrá medirse el cuándo. Ésa es la razón por
la cual la mecánica cuántica no predice uno sino muchos futuros
posibles.
Rips no invocó el principio
de incertidumbre. En cambio, señaló la palabra que aparecía
en el código de la Biblia justo encima de «julio a Amman».
La palabra era «postergado».” (8/150).
Drosnin domina con cierta habilidad
la técnica literaria. Introduce lentamente su exposición
y, poco antes del final, cuando se ha creado un clímax de intriga
total, lanza el jarro de agua fría. El asombrado lector apenas si
se lo cree. Después de 150 páginas ¿es todo un cuento?
No, no tiene sentido. Así, Drosnin puede conseguir hacer tragar
al lector todo el resto de su fantástico código. Encontrada
la palabra mágica “postergado” (%%:), ahora resulta que esas tres
consonantes hebreas interceptan todas las profecías de muerte encontradas
en la matriz que anunciaba el asesinato de Netanyahu. La postergación
del viaje de Netanyahu habría trastocado el futuro y ya no se produjo
el asesinato en agosto y tampoco la guerra mundial. Para explicar este
encadenamiento de causas, se recurre, como no, a la teoría del caos
y al “efecto mariposa”...
Astutamente, Drosnin ya había
introducido un principio de ambigüedad, mucho antes, deslizando la
pregunta: “¿lo cambiaréis?”. Los ejemplos en este nuevo sentido
“ambiguo” del código bíblico se multiplican en las páginas
finales del libro, que con tanta precisión había comenzado.
Así, el libro se cierra con una traca final, en medio de la ambigüedad
sobre el futuro próximo (primera década del tercer milenio),
para el que se anuncia el fin en una última matriz: en vertical
“holocausto atómico”, en horizontal “en el fin de los días”
y “código salvará”.
A estas alturas no sorprenderá
una pregunta inocente ¿Hubiera rebuscado Drosnin en la matriz para
localizar la palabra “postergado” de haberse producido realmente el asesinato
de Netanyahu? Es difícil responder a esta pregunta; pero tal vez
podamos responder a otra: ¿qué habría pasado de no
ser asesinado Rabin?
Así, utilizando el mismo
método de Witztum usado por Drosnin (que podríamos bautizar
aquí, un tanto barrocamente, como lectura salteada multidireccional),
realicé una búsqueda visual sobre la matriz de la portada
que anunciaba la muerte de Rabin. Y..., en efecto, allí también
se halla la palabra “postergado” (%%:), al menos 11 veces (¡tres
de ellas atravesando el nombre del asesino, Amir!), lista para ser esgrimida
en caso de fallar la profecía (Fig. 1). Cayendo en la cuenta de
cuán fácil era revertir una profecía, he revisado
algunas otras matrices. No es difícil encontrar la palabra “postergado”
en otras matrices (la que predecía la caída del comunismo
ruso, la orden de Roosevelt de introducir a los EE.UU. en la II Guerra
Mundial, etc.).
Profundizando en mi curiosidad, me di cuenta que las matrices únicamente se ven como sopas de letras en las que no sólo no percibimos a simple vista las palabras que pueden formarse, sino que no podemos verlas nunca al no conocer el idioma. Para un lector corriente, sólo se destacan de esas letras las que Drosnin ha marcado, y es como si el resto no dijera nada. Pero, si en vertical y en diagonal es difícil encontrar algo coherente, en horizontal tenemos el texto original de la Biblia, en el que todas las líneas pueden leerse, en todas dice algo. Teniendo esto en cuenta, volvamos a la matriz de la portada. En vertical leemos el nombre de Itzhak Rabin y en horizontal “asesino que asesinará”. ¿Qué pone a continuación?. En horizontal tenemos un texto bíblico ¿Cuál? Drosnin, amablemente, nos lo indica, es Deu. 4:42 (8/215):
“para que huya allí el homicida que mate a su prójimo por accidente, sin haberle tenido previamente aversión. Al huir a cualquiera de estas ciudades, podrá salvar su vida.” (16/159).
El contexto se refiere a la institución por Moisés de tres ciudades de refugio, para que la persona que hubiera matado a otra accidentalmente, pudiera huir y estar a salvo de la venganza de los familiares de la víctima. Si seguimos leyendo a la izquierda de “asesino que asesinará” (u “homicida que mate”) encontramos “a su prójimo por accidente, sin haberle tenido previamente aversión” (ver la traducción directa de la Fig. 2). Dos cosas saltan aquí a la vista. Por una parte, la peculiar traducción “asesino que asesinará” resulta claramente forzada. El texto no habla de “asesinos”, sino de personas corrientes que matan por accidente. Más aún, este texto utiliza un lenguaje legal y por ello emplea una casuística de relativo que se traduce correctamente en español por un subjuntivo: “que mate” (16/159) o “que matara” (Fig. 2, 17/742), y no por un indicativo: “que matará” (“o que asesinará”). En segundo lugar, el texto completo desmonta la interpretación de Drosnin; porque está claro que el asesino de Rabin no lo mató “por accidente, sin haberle tenido previamente aversión”. Si Drosnin siguiera traduciendo el texto, se vería el absurdo. Pero no lo hace y es como si las demás letras no dijeran nada. Sin embargo, el resto de la matriz dice justo lo contrario que Drosnin.
Está claro que una cosa es encontrar objetivamente palabras aisladas y otra cosa es el contexto que se les impone, que siempre es subjetivo. El propio Harold Gans da un claro ejemplo, encontrar las palabras Jesús y Mesías juntas (¿qué cosa podría molestar más a un ortodoxo judío?) no significa que Jesús es el Mesías, podría ser: Jesús pensará que es el Mesías, o mucha gente creerá que Jesús es el Mesías, etc. (11). De igual manera, “Itzhak Rabin” y “Asesino que asesinará” puede significar: “Asesino que asesinará a Itzhak Rabin” o “Itzhak Rabin será asesino que asesinará”, entre otras opciones (11). A la vista de todo esto, no es de extrañar que los propios Witztum, Rips y Gans se hayan desmarcado públicamente del libro de Drosnin (11). También sobre los falsos profetas el Deuteronomio se expresa con claridad (Deu. 18:21, 22)...
Es una imprudencia para el cristiano
arriesgarse por ese camino. Cuando se recurre a tales métodos, nos
arriesgamos a acabar predicando “otro evangelio”. La apologética
ya ha explorado suficientes falsos caminos como para permitirse más
chapuzas y acabar apoyándose en lo que puede terminar siendo una
pseudociencia más. Cualquier apologética cristiana debe estar
basada en los más rigurosos métodos.
Publicado en la Separata de los profesores y tutores del Seminario Evangélico Unido de Teología y Seminario Evangélico de Madrid. Nº 6 y 7, pp. 33-48. En Cristianismo Protestante, nº 9-10, 1998.