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ARTÍCULOS
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"El Tricantino" |
La
película Amistad de Spielberg Artículo de Pablo de Felipe publicado en "El Tricantino"
En este año han ocurrido dos hechos que me sirven de apoyo para reflexionar sobre este tema. El primero se produjo a principios de año. Algunos medios de comunicación han recogido la aventura de la asociación Solidaridad Cristiana Internacional (CSI). Aunque pueda parecer increíble, todavía hoy quedan esclavos. Y lo peor, no son un fenómeno extraño. Estos seres humanos, en condiciones iguales o peores aún que las de los siglos XVII, XVIII y XIX, siguen existiendo en numerosos lugares. Especialmente frecuentes son en África y Asia, donde pueden encontrarse esclavos y cadenas en el más “tradicional” estilo esclavista. CSI ha rescatado algunos en Sudán, país desgarrado por la guerra civil, donde cristianos y animistas de la zona sur son llevados a las zonas islámicas de la región norte. La historia parece sacada de una vieja novela de aventuras africanas... |
Uno de los pioneros fue el sevillano José
María Blanco Crespo (más conocido como Blanco-White).
Junto a Isidro Antillón empezó la lucha contra la esclavitud
en una época dominada por la Guerra de la Independencia. El incipiente
movimiento abolicionista llegó también a las famosas Cortes
de Cádiz, aunque sin resultados prácticos. Blanco se exilió
en Inglaterra en 1810. Desde allí no dejó de preocuparse
por su patria mediante el periódico El español en el que
manifestó sus ideas antiesclavitas. Finalmente, muy influido por
su amistad con Wilberforce, parlamentario profundamente religioso que dedicó
su vida a esta lucha en Inglaterra, escribió el Bosquexo del comercio
en esclavos. Era todo un alegato contra la esclavitud dirigido a los españoles.
Algún tiempo después aparece Luis
Usoz y Río, un erudito bibliófilo conocedor de gran número
de lenguas antiguas. Hacia 1839 entró en contacto con los cuáqueros,
grupo protestante que llevaba más de un siglo predicando contra
la esclavitud en Estados Unidos y Europa, a los que visitó en Londres.
Varios de sus miembros vinieron a España a difundir sus ideas abolicionistas
y encontraron en Usoz uno de sus más firmes apoyos.
Julio Vizcarrondo que, como Usoz, había
nacido en la América española, pertenece a una época
en la que el abolicionismo deja de ser una idea romántica en España,
para convertirse en un auténtico movimiento social. Es precisamente
Vizcarrondo uno de sus artífices. Tras liberar a sus esclavos en
Puerto Rico y huir a Estados Unidos donde se casó, acabó
viajando a España. Instalado en la capital, lucharía contra
la esclavitud desde el mismo centro del todavía “imperio colonial”
español. En 1865 fundó con un grupo de amigos políticos
y economistas la Sociedad Abolicionista. En esa asociación ingresaron
personajes como Salustiano Olózaga, Juan Valera, Fermín Caballero,
Práxedes Mateo Sagasta, Emilio Castelar, Segismundo Moret, etc.
Durante años la labor de propaganda fue intensa, especialmente desde
las páginas del periódico de la sociedad, El abolicionista.
En 1866 organizaron un concurso literario que ganó Concepción
Arenal. Pero en ese mismo año la sociedad fue disuelta por el gobierno
de Isabel II (dirigido por Narváez). Tras la Revolución de
1868, se reorganizó con antiguos miembros y el ingreso de otros
nuevos personajes destacados de la política y la sociedad, como
José Echegaray, Nicolás Salmerón, Estanislao Figueras,
etc. En ese mismo año, Vizcarrondo, miembro de la primera iglesia
protestante madrileña, hizo gestiones ante el alcalde de Madrid,
para conseguir la libertad de cultos religiosos, que fue posible en 1869.
Era ésta una nueva área de libertad que se abría a
los españoles después de siglos.
Poco a poco el abolicionismo prendía
en
la sociedad española, y la polémica llegaba al parlamento.
En 1870 se aprobó la ley Moret, que optaba por un abolicionismo
gradual. Un paso más se dio en 1880 con Cánovas; pero la
abolición no sería total hasta 1886 con un gobierno de su
oponente Sagasta. Vizcarrondo, diputado por Puerto Rico, vivió para
verlo, pues murió en 1889. Uno de los últimos legados que
nos dejó fue su contribución a fundar el Hospital del Niño
Jesús y otras instituciones de atención a la infancia.
Tal vez, en el futuro, algún director
de cine español se decida a aprovechar el auténtico filón
de nuestro pasado y nos cuente esta historia con imágenes...
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