CER
Encuentro de Historiadores del Protestantismo en España 

LAS PRIMERAS EVANGÉLICAS ESPAÑOLAS EN LA UNIVERSIDAD

Marga Muñiz Aguilar
 
 
En la segunda mitad del siglo XIX el analfabetismo afectaba en España  a casi tres cuartas partes de la población, la mayoría mujeres. La clase media y la alta burguesía  educaba a sus hijas en conventos, donde se limitaban a enseñarles  a leer y a escribir, a coser y a bordar, un poco de francés, muchísimo catecismo y oraciones, y un poco de piano, ya que se pensaba que la educación de la mujer debía ir encaminada a la formación del carácter y al desarrollo de buenos modales. Cualquier otro tipo de educación conllevaba serios peligros.
 
Así, en 1895 un especialista en antropología y etnología opinaba en la revista oficial de los médicos  alemanes, Aerztliches Vereinsblatt, que la incapacidad fundamental de la mujer para ejercer la medicina se basaba en la estructura del cerebro femenino, ya que éste no sólo tiene menos masas que el del varón, sino que además es menos simétrico, con lo cual la mujer está capacitada sólo hasta cierto grado para elaborar el material científico. Además, la dedicación a esta tarea perjudicaría no sólo al cuerpo y  al espíritu de la médica misma, sino también al de la posible descendencia en el caso de que  dicha médica no prefiriera el celibato.

Entre las mujeres que se matricularon en las Universidades españolas antes de que finalizara el siglo XIX, desafiando a los que insistían en su incapacidad intelectual,  hay que destacar  a tres jóvenes evangélicas, que se prepararon en el Instituto Internacional, dirigido por Alice Gordon Gulick: Esther Alonso, Juliana Campo, Marina Rodríguez. Las dos primeras  se licenciaron en Filosofía y Letras en 1897. La tercera, obtuvo el grado de Licenciada en Farmacia en 1900.  En el caso de Esther Alonso y de Juliana Campo era, además, la primera vez que estudiantes preparadas por mujeres y presentándose por libre, obtenían la licenciatura en una universidad española.  Marina Rodríguez, por su parte, realizó el último curso como alumna oficial de la Universidad Central de Madrid, después de  solicitar el permiso oportuno para asistir a las clases, ya que , aunque no había ninguna prohibición legal, se requería el informe favorable de los profesores en previsión de que se produjeran alteraciones del orden.
 Todo esto fue posible gracias al esfuerzo de estas mujeres, pero sobre todo, gracias a la visión y sacrificio de Alice Gordon Gullick, que se había formado en uno de los centros pioneros en la educación superior de la mujer en Estados Unidos, Mount Holyoke. Con un entusiasmo infatigable  consiguió que   muchos  prestigiosos intelectuales  americanos, tanto hombres como mujeres, se interesaran por su proyecto educativo en España. Estas personas  contribuyeron  no sólo con fondos, sino algunas de ellas trabajando como profesoras en el Instituto Internacional. Muchas  eran graduadas de Mount Holyoke, Wellesley, Smith, Vassar, etc., instituciones de gran prestigio en el campo de la educación femenina.
Mujer de su época, Alice Gordon Gulick  compartía con sus contemporáneos la creencia  en la educación como instrumento de reforma y regeneración social. Como los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, con los que mantuvo lazos de amistad y colaboración, creía  que la transformación que España necesitaba para salir de su atraso secular y del fanatismo religioso,  sólo era posible por medio de la educación. Por otra parte, debido a la falta de preparación,  la mujer  dependía del matrimonio como forma de vida. Hasta entonces  la mujer sólo participaba del poder y de la capacidad de acción a través de los hombres a los que les unían vínculos familiares, y de los que además recibían su estatus social. El referente de lo que ellas eran y de lo que ellas valían tenían que buscarlo en su padre, en su marido y en sus hermanos o en sus hijos varones; nunca en ellas mismas. Por eso, el Instituto no sólo se dedicó a la preparación intelectual, sino también a la labor social, orientada a ayudar a la mujer de clase media a ganarse la vida.
 Alice Gordon Gulick, por sus métodos educativos fue, además, pionera de la renovación pedagógica en España. En el Instituto Internacional la  educación  se basaba en una enseñanza activa, muy alejada de los métodos memorísticos al uso. Se enseñaba a estudiar, a resolver problemas, a pensar lógicamente, se  favorecía la educación física, los juegos, las excursiones, la apreciación de la naturaleza y el estudio directo de ella de una manera práctica, en los laboratorios y en el campo. El arte se estudiaba en las catedrales y museos, y la literatura  leyendo las obras de los distintos autores, todo acompañado de una fuerte dosis de ética y moral cristiana. La memorización del libro de texto y el examen subsiguiente no se practicaba.
 Mary L. Page, profesora del Instituto, describía a Alice Gordon Gulick, alma mater de la institución, con las siguientes palabras: “era una profesora que tenía una admirable habilidad para comunicar conocimientos, y el valioso don de inspirar entusiasmo a su alumnas. En sus planes de trabajo nunca se tomaban en consideración sino los mejores resultados posibles, fuese cual fuese el esfuerzo y fatiga que pudiesen costar”. En palabras de Isabel Alonso, una de las primeras alumnas en conseguir el título de Bachiller “sus clases, además de muy originales, eran siempre alegres y animadas. Ella no creía que para enseñar era preciso adoptar un semblante severo, y con frecuencia su clase resonaba con la risa de sus discípulas, siendo ella la primera en observar algún chiste o cualquier otra cosa, causa de nuestra hilaridad”
Estas mujeres no se conformaron con la desigualdad heredada, demostrando que la falta de capacidad que se les atribuía estaba en relación directa con la falta de oportunidades de formación y no con la ausencia de facultades. Estaban fuertemente motivadas para cambiar la situación y para forjar, además, nuevos roles generadores de recursos. En el caso concreto de las  primeras universitarias, continuaron  vinculadas  al mundo de la enseñanza, tanto dentro del Instituto Internacional, como fuera del mismo, actuando como motor de cambio de la sociedad española . La labor de transformación  que estas mujeres llevaron a cabo, constituye, sin duda, una parte de la realidad que tiene que conocerse e incorporarse a la historia de la mujer en España.


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