Son preguntas importantes y no hay duda que, a pesar de más de veinte años de libertad religiosa en España, el pueblo evangélico sigue al margen de la sociedad española en muchos aspectos. Es posible consolarnos con los resultados del ministerio de Jesús: Él tampoco fue reconocido por los suyos, no muchos de las clasesmedia y media-alta se convirtieron, Él también fue rechazado por la gente que le escuchaba. Pero una cosa es consolarnos con las palabras de Cristo: "si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán"; y otra cosa es mantenernos al margen de la sociedad, concentrandonos exclusivamente en evangelizar a la clase baja y a los marginados, mientras que nos decimos que seguimos el ejemplo de Cristo. Todos necesitan escuchar las buenas nuevas de Cristo, incluyendo los de la clase media y alta.
En Hechos 26:17,18 el apóstol Pablo relató al rey Agripa
la comisión que había recibido de Cristo en el camino a Damasco:
"Te envío para que abras sus ojos para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que
reciban por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia
entre los santificados". ¿Cuál fue el primer paso en todo
esto? Abrir sus ojos. Si no se consigue esto lo demás
no seguirá. Por supuesto Dios hace su parte: prepara los corazones
por la obra
de su Espíritu. Pero nosotros también tenemos una
parte: abrir sus ojos. Si no fuera así no habría dicho
"para que abras sus ojos".
Abrimos los ojos al acercarnos a la gente, identificandonos con ellos
como Cristo se identificó con nosotros. Nos metemos en la
vida de nuestros pueblos, identificandonos con la sociedad y así
ganando la oportunidad de predicar con voz y vida. Seguimos el ejemplo
de Pablo: "a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a
algunos." (1 Corintios 9:22) Sin embargo, si nosotros como
cristianos evangélicos nos presentamos como un pueblo al margen
de la sociedad, ¿qué va a pensar el director del banco, la
profesora de escuela, o el empresario al escuchar el evangelio? "Me
gusta lo que dicen pero no me identifico con ellos." Para identificarse
con nosotros, para hacerse semejante a los hombres, Cristo tuvo que despojarse
de sí mismo. Sólo el Verbo hecho carne abriría
los ojos de la gente. Un mensaje desde lo alto no bastaría.
El ejemplo de Cristo nos muestra que la identificación es fundamental
en la comunicación de las buenas nuevas. Todos tenemos que
buscar medios para identificarnos con nuestros pueblos "para que de todos
modos salvemos a algunos".
El año pasado me enteré de que, en el siglo XIX, un cura de Aguilar de nombre Lorenzo Lucena Pedrosa se había hecho protestante y tuvo que huir a Inglaterra, mi país de origen. Decidí dedicarme al estudio de este personaje usando todas las herramientas a mi alcance. Desde el principio vi las posibilidades para acercarnos como iglesia evangélica al patrimonio del pueblo.
Lucena Pedrosa tuvo un papel muy importante dentro del mundo evangélico hispanohablante en el siglo pasado. Realizó la primera revisión de la época moderna de la Biblia que la mayoría de nosotros usamos, la Reina-Valera, en 1862. Pero además fue el primer profesor de Lengua Española en la Universidad de Oxford, Inglaterra.
Este último dato me pareció muy interesante especialmente cuando descubrí que nadie en el pueblo le conocía. Busqué en los archivos municipales y encontré que provenía de una familia de cierto renombre en el pueblo, que vivía en la calle señorial, y de la que habían salido dos alcaldes. Vi una gran oportunidad de recuperarle como un ilustre aguilarense evangélico, destacando no sólo su puesto en la Universidad de Oxford sino también sus logros académicos. La Revista de la Feria, publicada una vez al año y que suele contener artículos de interés histórico y cultural, me dio una oportunidad perfecta para presentarle en retrato. El artículo, a modo de ejemplo, aparece al final como un apéndice.
Los resultados de esta iniciativa han sido notables. Las
autoridades municipales recibieron el artículo con mucho interés
y agradecimiento. Se ha hablado de él en reuniones de asociaciones
de vecinos. Mucha gente me ha dicho sorprendida: "como puede ser
que un forastero nos descubra a este hombre". Este artículo
ha llegado precisamente a la clase de personas que no alcanzamos con otros
medios. Todas las reacciones han sido positivas. Los ojos han
sido abiertos un poco a la luz, pero hay
mucho más que hacer. Todavía es necesario estudiar
más a fondo la vida de este hombre y por lo tanto el año
que viene voy a visitar la Universidad de Oxford. Pero al nivel evangelístico
hay muchas posibilidades: exposiciones sobre él y otros evangélicos
locales desconocidos, la presentación de una copia de su revisión
de la Biblia al Ayuntamiento, una lectura pública de uno de
los evangélios el Día de la Biblia, tratados especiales,
pedir que den su nombre a una calle.
No todos los pueblos tendrán un personaje como Lucena Pedrosa,
pero creo firmemente que en todos nuestros pueblos hay cosas que podemos
hacer para abrir los ojos de nuestros vecinos, acercandonos a la gente
y testificando del Señor. Cuando Pablo testificó en Atenas
empezó refiriendose a un altar pagano con la inscripción
"AL DIOS NO CONOCIDO". Abrió sus ojos y luego predicó
de Jesús. Cumplió su comisión. ¿Y
nosotros?
Lorenzo de Santa María Lucena Pedrosa nació el 25 de marzo de 1807 siendo el penúltimo de seis hermanos. Sus padres fueron D. Josef Lucena Raya, escribano, y Dña. Teresa Pedrosa. Según el padrón del vecindario, la familia vivía en una casa en Calle Moralejo primero durante toda su niñez. Tras sus exámenes de primera enseñanza en Sevilla, estudió Filosofía y Teología en el Seminario de San Pelagio de Córdoba, y a los veintiún años fue nombrado Catedrático de Teología. Dos años más tarde, el 25 de Septiembre de 1830, fue nombrado para la presidencia del Colegio.
Si hubiera seguido en esta trayectoria habría sido un personaje más conocido hoy en día, pero, según uno de sus primeros biógrafos, "simpatizando sus sentimientos y convicciones cada día más con las doctrinas protestantes" se hizo cristiano evangélico en 1834. Podemos imaginar el escándalo que su decisión causó en el seminario, cuanto más, siendo el presidente. La Inquisición todavía se dedicaba a la persecución de los que la Iglesia Católica consideraba como herejes (se acabó en 1836), y Lucena Pedrosa tuvo que huir de España. Su nombre fue efectivamente borrado de la memoria.
Lucena Pedrosa huyó a Gibraltar e ingresó en la grey protestante episcopal de Gibraltar, donde, tras recibir en Londres la licencia eclesiástica para poder actuar como ministro de la Iglesia Anglicana, sirvió como pastor de la congregación de habla castellana de 1836 a 1848. Allí se casó con Micaela Castilla y Aguilar en la Catedral Anglicana. Ella procedía de Montilla y eran primos terceros.
En 1848 se trasladó a Liverpool, Inglaterra donde fue nombrado misionero para los habitantes españoles y los marineros españoles que visitaban el puerto. En esta misma ciudad trabajó como profesor de Lengua y Literatura Española. Después de diez años en Liverpool se trasladó a la ciudad de Oxford donde, desde 1858 hasta su muerte en 1881, desempeñó el cargo de profesor de Lengua Española en la Universidad de Oxford, que le concedería, en 1877, el grado de M.A. (Magister Artium).
Mientras, en Oxford se dedicaba a tareas literarias. Ya había revisado el Nuevo Testamento del obispo católico Félix Amat y se le pidió que hiciera una revisión de la antigua traducción castellana de Reina y Valera (la primera traducción de la Biblia completa desde los textos originales al castellano). Esta revisión fue publicada por la Imprenta de la Universidad de Oxford en 1862 y millares de ejemplares fueron vendidos y distribuidos por todo España y Latinoamérica.
Lorenzo Lucena Pedrosa merece el reconocimiento de su pueblo natal. El hecho de ser cristiano evangélico no debe ser motivo para ignorarle más. Al contrario, como escritor, traductor, profesor y clérigo evangélico es digno de elogio y aun más por los aguilarenses. Después de todo, el primer profesor de Lengua Española de la Universidad de Oxford, una de las universidades más prestigiosas de todo el mundo, no vino de Salamanca, ni de Madrid, sino de Aguilar de la Frontera.
Rogaría que cualquier aguilarense que tenga información sobre Lorenzo Lucena Pedrosa, sea anecdótica o sea documental, que se ponga en contacto conmigo. Uno de sus hermanos, D. Atanasio Lucena Pedrosa se casó con Dña. Gregoria García y entre su progenie hubo dos alcaldes, su hijo D. Eloy Lucena García, y su nieto D. Eloy Lucena de la Cámara. Tiene que haber familiares de Lorenzo Lucena que sepan algo de él.
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